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Las prácticas sexuales más perturbadoras de la historia, según Eslava Galán

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Las prácticas sexuales más perturbadoras de la historia, según Eslava Galán
Los números son soberanos: a Juan Eslava Galán le contemplan más de dos centenares de libros escritos —ni él mismo conoce la cifra exacta— y 77 primaveras. Pero, por muchos años que pasen, el que fuera ganador del Premio Planeta en 1987 no pierde la mirada pícara que ha caracterizado sus ensayos durante tres décadas. «Alguna vez me han dicho que el sexo tiene demasiada presencia en mis obras, y yo siempre respondo lo mismo: eso es porque tiene mucha presencia en nuestras vidas». De hecho, tiene claro que es uno de los pilares del ser humano y que nos lleva a cometer todo tipo de locuras. «Yo, en mi juventud, llegué a atravesar Francia y España en coche para echar un casquete... Fueron, en total, más de mil kilómetros», bromea.Hoy, el maestro de divulgadores, el doctor en Letras por una tesis sobre la Edad Media , recibe a ABC en su casa. El santuario del escritor se halla en pleno centro de Madrid, a golpe de vista de la Plaza Mayor; qué mejor lugar para forjar las palabras que las mismas calles que pisaron Lope de Vega y Francisco de Quevedo . Es entre estos muros donde se ha fraguado su último ensayo, uno de los más traviesos de su carrera y el enésimo de la saga que le ha asentado como un autor superventas: 'Amor y sexo en España contado para escépticos ' (Planeta). «Si tuviera que elegir un libro para regalar a alguien que no fuera un lector asiduo sería este, es muy divertido», sostiene. Aunque antes, admite, escogería una adaptación de 'El Quijote'. «La de Trapiello, por ejemplo, está muy bien».Noticia Relacionada Según Juan Eslava Galán estandar Si Eslava Galán desvela las causas por las que cayó Roma Manuel P. Villatoro El escritor analiza mil años de historia de la Ciudad Eterna en su nuevo ensayo ficcionadoLo de encontrarse con Eslava en su hogar tiene sentido. «Ahora ando un poco fastidiado, con la cadera rota… así que estoy trabajando mucho», confirma con sorna. Rebosa ánimo, no se cansa de leer. Y para muestra, la ingente cantidad de estanterías que custodian la entrada al salón. «Mi biblioteca completa está en Jaén, aquí solo tengo los libros que me estoy leyendo o que necesito de forma urgente». Revisa las baldas y señala los 'Ensayos' de Michel de Montaigne , la obra cumbre del pensamiento humanista galo del XVI. «Me los suelo llevar a la mesita de noche, los tengo siempre presentes». A su lado, varios tomos clásicos sobre historia y sexo: desde 'El vicio inglés', de Ian Gibson , hasta 'Un inmenso prostíbulo. Mujer y moralidad durante el franquismo', escrito por Assumpta Roura .Amor y sexoLos últimos, los de las bajas pasiones, se cuentan por decenas. Y no solo porque los haya utilizado como pilares para elaborar su última obra, que también, sino porque ha sido un tema que le ha cautivado desde que alumbrara ' Historia secreta del sexo en España ' allá por 1991. «¿Por qué me han interesado siempre el amor y el sexo? Te responderé con otra pregunta: ¿es que hay otras cosas mejores en la vida?», sentencia. Eslava tiene claro que lo uno y lo otro son complementarios. Y hasta nos regala las definiciones de ambos términos: «El amor puede ser filial, paternal, a la patria… Pero el amor físico entre dos criaturas que se acoplan, que profundizan, es el sexo».—¿Por qué le sigue interesando escribir sobre sexo después de más de treinta años?—Con la edad, cuando la vida te retira de muchas cosas, al menos te queda lo teórico. Ya estoy en una etapa de quietud en la que solo me interesa la lectura sobre el tema.El mundo editorial, desde dentro Llevar toda la vida armado con una pluma otorga un poso de sabiduría difícil de igualar. Eslava Galán, bregado en mil papeles en blanco, tiene un consejo para los escritores noveles: «Que lean, es fundamental. Nueve partes consisten en leer a los grandes maestros, y la última, en escribir». Optimista, el autor sostiene que el mercado editorial está en un muy buen momento —«nunca se ha leído tanto como ahora en España a pesar de que decimos que estamos a la cola de Europa»— y tiene buenas palabras para la novela del último Premio Planeta, Juan del Val. «La leí hace un par de meses y me parece dignísimo, un buen retrato de cierta sociedad sevillana. He vivido tres décadas allí y sé de lo que hablo». Además, Eslava dice no arrepentirse de nada a nivel profesional, aunque sabe que ha cometido errores. «No se puede hacer nada, son parte de la vida», señala a este diario. A cambio, de lo que siente muy orgulloso es de su capacidad de trabajo: «Me levanto a las cinco y trabajo hasta tarde».De hacer el amor, dice, ya aprendió mucho de joven, y gracias a figuras de la literatura con nombre y apellidos. «La conversación que más me ha iluminado en este sentido fue con Gonzalo Torrente Ballester. Entendía mucho de sexo y de tango, que son cosas muy relacionadas. Me dijo que, cuando terminas de acostarte con alguien, más vale que tenga algo en la cabeza. Y se aplica a hombres y mujeres», afirma guasón. Ahora, ya con algunos años a sus espaldas, es él quien se atreve a dar consejos a los chavales bisoños: «A la gente que descubre el amor le diría que se deje ir. La locura es una de las cosas más positivas que tiene la vida. Es posible que luego te arrepientas, pero, si no tienes esa experiencia, te arrepentirás».—¿Cuál cree que es la forma correcta de decirlo: hacer el amor o tener sexo?—La palabra castellana es 'follar', que viene del latín. Hacer el amor es una cosa más bien francesa. Hay mil maneras de llamarlo, pero 'follar' es una palabra muy bonita que ha sido denostada por el nacionalcatolicismo, del que viene mi generación. Es hora de naturalizarla.Recorrido históricoTardaba en salir la Ciudad Eterna , también con un gran hueco en el nuevo ensayo de Eslava. «La historia de Roma se extiende mil años. En un principio, los romanos eran muy adustos en las cuestiones sexuales, pero, ya en la época del Imperio, cuando empezaron a tener contacto con los pueblos de Oriente, se hicieron más liberales. Ahí empezó el desmadre», explica. Le pedimos un ejemplo, y responde en segundos: «En los prostíbulos de Pompeya se pintaron todas las posturas básicas. Además, aceptaban las relaciones homosexuales siempre que fueran entre un adulto y un jovencito». Lo que no llevaban bien eran las felaciones. «Se consideraba una cosa propia de esclavos. Una esposa digna nunca le haría algo así a su marido», señala el autor. Nada que ver con Egipto, donde eran consideradas como una práctica sagrada».José Luis López Vázquez y Nadiuska en 'Lo verde empieza en los Pirineos'' ABCPero nos insiste en que existen testimonios muchísimos más antiguos en España: «En la Prehistoria hay representaciones de coitos e imágenes de vulvas; estas últimas, en la cueva de Tito Bustillo . No resultaba problemático porque el sexo no estaba asociado a algo pecaminoso, sino a la reproducción. Por eso lo idealizaban», añade el autor. Y en Cantabria, durante la Edad Media, fue hallada una crónica sobre la fornicación. «Todavía se pueden ver una serie de canecillos con temas sexuales. Los escultores se permitían ese tipo de deslices», confirma. La región se lleva la palma en este sentido, pues en muchas iglesias es posible hallar «kamasutras clericales tallados en piedra».En esencia, el libro recorre toda la historia de los bajos impulsos en España, y una de sus paradas más curiosas es el Siglo de Oro. «El 33% de los procesos contra herejes de la Inquisición estaban relacionados con el sexo. Si un hombre le decía a una mujer que tener relaciones no era pecado para convencerla de que se acostaran, el Santo Oficio cargaba contra él por ir contra la moral de la Iglesia», dice. A partir de ahí fueron pasando los siglos. Los Austrias, los Borbones , las repúblicas, la llegada de la dictadura... Así, hasta llegar al destape. «Después de aquellos años de represión franquista en los que los obispos marcaban el largo de las faldas, se vivió una liberalización. Fue como romper una esclusa», completa.Triste EspañaEslava, buen observador de las debilidades humanas, tiene claro que amor y sexo van ligados de forma irremediable al poder. Por ello, le preguntamos qué dos diputados cree que deberían mantener relaciones. «¿Entre ellos? Uy, eso sería terrible. Puedo imaginarme a algunos como Ábalos por causas obvias, pero me cuesta poner en esa situación al jefe de algún partido. Al final, el sexo repele mucho a los políticos». A los grandes líderes, mantiene, les haría otro tipo de recomendaciones: «Al señor Pedro Sánchez le aconsejaría que dimitiera por el bien de España y por el bien del Partido Socialista. Él lo ha descompuesto por completo, y debe recomponerse. Siempre he creído que en una democracia occidental moderna son necesarios un partido de centro izquierda y otro de centro derecha». Es el primer tirón de orejas de otros tantos contra una clase política que considera mediocre y viciada.Amor y sexo en España contado para escépticos Editorial Planeta—¿Cómo ve España en la actualidad?, ¿cómo estamos desde el punto de vista político?—A nivel político esto es un verdadero desastre. Somos una democracia fallida, hemos hecho una transición que fue en realidad una transacción, y ahora estamos penando los pecados que cometimos en ese sentido. Pero bueno, yo creo que al fin y al cabo somos una democracia y que, con suerte, espabilaremos con el paso del tiempo. A cambio, lo mejor diría que es el pueblo español.Pero mejor no envilecer la entrevista y acabar con buen sabor de boca. En concreto, con una afición desconocida que Eslava ha desvelado a ABC: «Adoro ir a mercadillos los domingos para rescatar vidas ajenas: me gusta comprar correspondencia antigua. Tengo colecciones enteras de cartas; por ejemplo, las de un jesuita enamorado a su amante española que estaba en Argentina. Son recientes, de los años cincuenta», apostilla. Es la cara más íntima y desconocida de un Juan Eslava Galán, autor prolífico como ningún otro, al que no le gustaría ser recordado solo por su extensísima obra o por sus galardones. «No tengo ningún anhelo de inmortalidad. Solo me gustaría que, cuando ya no esté, y ahora mismo, mis familiares y amigos se acuerden de mi de forma cálida».

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