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Federico Sturzenegger: «Milei nos pidió un Estado que no sospeche de los ciudadanos»

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Federico Sturzenegger: «Milei nos pidió un Estado que no sospeche de los ciudadanos»
El economista Federico Sturzenegger (Rufino, 1966), uno de los cerebros del programa económico de Javier Milei, lidera el Ministerio de Desregulación y Transformación del Estado desde julio de 2024. Fue presidente del Banco Central durante el gobierno de Mauricio Macri y antes ocupó cargos clave con Domingo Cavallo. Hoy se define como el ejecutor de la 'motosierra' liberal del presidente. Habla pausado, pero con la convicción de quien cree estar dirigiendo una revolución institucional destinada a cambiar para siempre la economía argentina.— Usted fue nombrado en julio de 2024. ¿Cuál era su objetivo primordial al asumir el cargo y en qué medida lo ha cumplido?—El ministerio tiene dos almas: la transformación del Estado y la desregulación. La primera responde a la «motosierra» de Javier Milei: la idea de un Estado más pequeño, más barato y más eficiente. Cada peso que gasta el Estado proviene de los impuestos; cuanto menor sea su tamaño, menor será la carga tributaria. En ese terreno hemos avanzado mucho: cuando llegamos, la administración central, los organismos descentralizados y las empresas públicas sumaban unas 300.000 personas. Hoy son 240.000. Es una reducción del 20% sin afectar la calidad de los servicios públicos. La segunda parte es la desregulación. Creemos que la gente libre produce más y mejor, que el mercado existe para servir, no para dañar. Partimos de la premisa de que la mayoría de las personas son honestas, no delincuentes, y no hay que regular como si todos lo fueran. Desde que asumimos, llevamos unas 10.000 desregulaciones entre leyes, decretos y resoluciones que imponían obligaciones innecesarias. Y seguimos sumando.— En Europa vivimos bajo una maraña normativa: leyes nacionales y europeas. ¿Podría darme ejemplos de esa desregulación?— A los diez días de asumir Javier Milei, se desreguló completamente el mercado de alquileres. Antes, una ley impedía actualizar precios libremente, imponía plazos mínimos y restricciones absurdas. Eliminamos todo. Ahora se puede pactar el alquiler por el tiempo, la moneda y las condiciones que las partes deseen. El resultado fue inmediato: el precio de los alquileres cayó un 30% en términos reales y ocho millones de personas se beneficiaron. Otro ejemplo: estaba prohibida la provisión de internet satelital. A alguien no le convenía y había logrado que el Estado lo prohibiera. Esa norma fue derogada, y hoy un millón de argentinos tienen conexión satelital en zonas remotas, sin que el Estado haya gastado un peso. En Buenos Aires, de hecho, Starlink está saturada. También liberamos el mercado aéreo: un millón de argentinos tienen hoy vuelos comerciales a menos de 50 kilómetros de su casa, rutas que antes no existían.— En España tenemos 17 comunidades autónomas con regulaciones distintas. ¿Cómo lidian ustedes con las provincias, que también gozan de amplias competencias?— Cada provincia tiene su gasto público y su propio entramado regulatorio. La provincia de Buenos Aires, por ejemplo, es extremadamente regulada y con alta presión fiscal. Pero el presidente Milei nos pidió concentrarnos en el nivel nacional. Él dice: «La gente me eligió para hacer funcionar el Gobierno central, no los provinciales». Nuestra tarea es limpiar el ámbito nacional. La desregulación y la 'motosierra' llegarán a las provincias a través del voto. En 2027 habrá elecciones de gobernadores y presentaremos candidatos de La Libertad Avanza que lleven este modelo a sus distritos.—¿Y qué ocurre cuando las provincias reintroducen normas que ustedes eliminaron?— Sucede. A veces eliminamos regulaciones nacionales que luego las provincias reinstauran. Pero eso es parte del proceso. Nuestra prioridad es limpiar el nivel federal. Cuando gobernemos provincias, seguiremos allí con la desregulación.— ¿Existen diferencias notables entre provincias?— Sí, la creatividad regulatoria de las provincias es extraordinaria. Pero también hay competencia entre ellas. El federalismo permite diversidad y la gente puede 'votar con los pies'. En nuestro partido creemos que el gasto provincial y municipal es excesivo, y que los mayores abusos regulatorios están allí. Un ejemplo: en el municipio de Tres de Febrero, con un intendente de Milei, se eliminó el departamento de habilitaciones comerciales. Antes, abrir un gimnasio requería una lista interminable de permisos. Ahora el ciudadano simplemente declara que cumple las normas y puede operar. Luego puede haber una auditoría ex post, pero partimos de la confianza, no de la sospecha.— ¿En qué sectores ha avanzado más la desregulación?— En todos. En comercio exterior se eliminaron decenas de trabas paraarancelarias. En transporte —terrestre, aéreo, marítimo— las reformas redujeron costes. En el sector agropecuario, donde antes hacía falta autorización para cosechar una pera, eliminamos esa absurda burocracia. La autoridad sanitaria debe velar por la sanidad, no por el tamaño de una cabeza de ajo. En salud y medicamentos también avanzamos mucho. La desregulación es transversal.— ¿Qué otras consecuencias económicas concretas ha observado?— En general, donde desregulamos, los precios caen alrededor del 30%. —Sus críticos sostienen que una desregulación tan acelerada puede poner en riesgo la supervisión o ciertos derechos.— Toda regulación busca equilibrar riesgo y retorno. Los burócratas son expertos en imaginar catástrofes hipotéticas, pero rara vez consideran los costos ocultos de sus reglas. El control ex post funciona mejor que el control previo. No pedimos permiso para cruzar la calle, pero si alguien atropella a otro, la justicia actúa. En economía, en cambio, todo parece requerir autorización previa. Eso encarece, frena y genera distorsiones.— Le menciono un caso concreto: la fiebre aftosa. Se dice que dejaron de vacunar animales para ahorrar y que eso afectó las exportaciones.— Ajustamos el sistema a los estándares internacionales. Antes se vacunaba dos veces al año; ahora una, como en todo el mundo. Los vendedores de vacunas protestaron, pero no hubo problemas sanitarios. Además, Estados Unidos va a cuadruplicar nuestra cuota de exportación de carne. También unificamos el mercado interno: antes el norte no podía vender carne al sur, lo que encarecía el asado un 40%. Lo autorizamos y los precios bajaron. Asumimos riesgos, pero corregimos cuando es necesario.— En Europa la desregulación es la bandera de los gobiernos liberales cuando ya no pueden bajar impuestos. ¿Ocurre algo similar en Argentina porque no han podido hacer reformas como la laboral o tributaria?— No, no es una estrategia de sustitución. Es la esencia del pensamiento de Javier Milei: Estado pequeño, equilibrio fiscal, respeto a la propiedad y libertad económica. En los dos primeros años, con una representación parlamentaria mínima –ocho senadores sobre 72 y 30 diputados sobre 256–, estabilizamos la economía: bajamos el gasto, logramos superávit y redujimos impuestos. Eso permitió sacar a doce millones de argentinos de la pobreza. Con la inflación bajo control, ahora podemos avanzar con las reformas de fondo: laboral, tributaria y del Código Penal.— ¿Y las pensiones?— Las pensiones vendrán después. Hoy la mitad de la fuerza laboral es informal. No tiene sentido diseñar un sistema de pensiones cuando la mitad está fuera del mercado formal. Primero hay que incorporarlos.— Muchos liberales esperaban esas reformas desde el inicio. ¿Por qué recién ahora?—Porque no teníamos mayoría parlamentaria. Pero tras las últimas elecciones, sí. El presidente lo anunció: enviará las reformas laboral y tributaria en las sesiones extraordinarias. —El resultado electoral es muy importante porque muchos pensaban que Milei podría durar cuatro años y que después todo se revertiría. ¿Ustedes lo temían también?—La elección fue clave por varias razones. En 2023 la gente votó el cambio más grande posible: Javier Milei. No soportaban más el estancamiento. Dos millones de argentinos se habían ido en la década anterior. Dos años después, la gente vio cómo gobierna Milei: vetó una ley de aumento de pensiones un mes antes de una elección. Eso mostró que prioriza la disciplina fiscal. La gente dijo: esto es lo que quiero. No quiero volver a la inflación alta. Quiero estabilidad y libertad económica. La última votación fue una ratificación consciente del rumbo. Además, aprobamos una ley que cambió el sistema electoral: de múltiples boletas, propensas al fraude, a una boleta única de papel. Eso redujo el fraude y facilitó la fiscalización. Descubrimos que el kirchnerismo, que parecía tener un piso del 30-35%, en realidad ronda el 20-25%. Ambas cosas —el apoyo explícito al programa y la reducción estructural del kirchnerismo— consolidan la continuidad del proyecto.—Usted trabajó con Cavallo y con Macri. ¿Por qué esta vez sería diferente?—Porque ahora entendemos el problema. Haber participado en esos gobiernos que no terminaron bien me llevó a reflexionar sobre por qué gente honesta y capaz no logró cambiar el rumbo. Desarrollé una teoría que llamo el 'Triángulo de las Bermudas' argentino: sindicatos, empresarios 'prebendarios' (que se benefician del capitalismo clientelar) y el peronismo. Son los agentes bloqueantes del cambio. Para romperlos hay que quitarles sus rentas. Cada reforma tiene una capa económica y otra política. La competencia, además de generar eficiencia, erosiona el poder de esos grupos. La reforma laboral busca lo mismo: descentralizar las negociaciones y debilitar a los sindicatos que impiden el empleo formal.— Pero es una apuesta arriesgada.— Cruzar la calle también lo es. Pero si esos agentes siguen ahí, todo puede revertirse. Esta vez es diferente porque tenemos una estrategia para enfrentarlos, buscamos apoyos sin confrontar, pero sin tolerar un sistema que no genera empleo formal en una década.— En ese escenario, ¿el apoyo de Donald Trump es clave?— Es un apoyo importante, más geopolítico que económico, pero duradero. Además, muchos gobernadores argentinos están dispuestos a acompañar cambios profundos, como la federalización de las negociaciones salariales.—¿Cómo espera que reaccione la inversión internacional ante la desregulación?—El economista Ricardo Hausmann solía preguntar al llegar a un país: '¿Qué hay de nuevo aquí?'. Hoy en Argentina hay muchas cosas nuevas. Vivimos un boom energético y minero. Si mantenemos el equilibrio fiscal y el respeto a la propiedad, el país despegará. Están pasando cosas. Y son buenas cosas.

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